
Voy a compartir algunas pinceladas sobre las reflexiones que han generado en mí todas las conversaciones y en general las relaciones dadas en el Congreso Internacional de Prácticas Colaborativas y Dialógicas llevada a cabo en Brno, República Checa, después de algunos días para poder ir asentándolas.
Empezaré por dos ideas compartidas por Ken al final del Congreso, una de ellas consistía en llevar lo relacional más allá de los conversacional, y otra, la necesidad de rescatar la perspectiva crítica dentro de las prácticas construccionistas, debido sobre todo a la realidad global por la que estamos atravesando, donde la separación y el abuso de poder está teniendo un gran impacto en los modos de vida del planeta en el que vivimos, esto fue una invitación a una conversación que no se dio “por falta de tiempo”, o por preferir dedicar el tiempo a otras cosas.
Dándome yo ese tiempo, rescato la perspectiva crítica propuesta por Ken, reflexionando sobre cómo en el Congreso he podido observar los modos en que replicamos en muchas ocasiones dichos modelos de separación y abuso de poder, en la manera de relacionarnos los unos con los otros, dentro de un contexto que tendría que promover lo contrario. Esto no pretende ser un cuestionamiento a las ideas ni a todas las relaciones dadas dentro de este contexto, pero sí creo que tendría que ser algo a observar, ya que ser colaborativo no consiste en usar un tipo de vocabulario o en nuestra capacidad para citar a autores de referencia, ser colaborativo tiene más que ver con nuestras relaciones y con el poder tener una perspectiva crítica hacia ellas. Creo que se ha hablado poco de cómo nos estábamos relacionando en el mismo contexto del Congreso, como asumiendo que, ya que todos somos colaborativos por usar un lenguaje determinado y por citar a los mismos autores, no cuestionamos qué acciones son las que replicamos para ejercer el poder.
Hubo alguna conversación con personas que se sintieron excluidas, personas de diferentes lugares y países, que vinieron desde un lugar de no abanderamiento de las prácticas colaborativas, sino más bien desde la curiosidad de querer conocer más sobre unas ideas que promueven el acercamiento y la igualdad. Notar esta desconexión entre lo que se promueve y lo que se hace, desde las personas no tan apegadas a una identificación con “soy colaborativo y dialógico” creo que tiene que hacernos reflexionar a los que si lo estamos.
Creo firmemente en las ideas promovidas desde el Construccionismo Social, y en cómo cuando creamos un lenguaje común, empezamos a replicar un modo de relacionarnos con el mundo, pero me pareció interesante la vuelta dada por Ken, donde no es solo el lenguaje, sino la acción la que nos lleva a la relación.
Quizás no olvidar las ideas postestructuralistas basadas en Foucault, donde asumimos que siempre hay relaciones de poder y ser capaces de reflexionar sobre qué posicionamiento asumimos al respecto, podría ser un modo de volver a esta perspectiva crítica de la que hablaba Ken. Asumir que todos somos colaborativos y que los demás no lo son, es no tomar responsabilidad en nuestra acción con respecto al otro. Esto se puede observar en el estar atento a lo que ocurre en la relación más allá de la identificación con las palabras, por ejemplo, a la hora de sentarnos a comer juntos, a la hora de observar quien habla y decide y quién no, a la hora de ver a quien se agradece y a quien no, a la hora de recoger la sala en la que estamos todos sentados, a la hora de querer conocer a las personas nuevas, a la hora de hacer rituales que marcan una jerarquía, a la hora de conversar, donde se le da más voz al que repite lo mismo que al que propone nuevas ideas críticas, etc…o por el contrario, en tratar de generar una dinámica donde todos somos igual de importantes, llevando la reflexión desde ahí hacia el mundo.
Estas acciones hablan del posicionamiento y hablan de lo que se hace, pero todo ello queda invisibilizado desde el asumir que no hay relaciones de poder porque todos somos colaborativos, no hay un cuestionamiento sobre lo que hacemos en relación con el otro en cada momento.
El primer día, en la apertura del Congreso, habló una persona de la Facultad de Educación de Brno, aprovechando su voz para abrir una mirada crítica, planteando magistralmente qué es la colaboración y cómo esto es algo que puede ser llevado y que de hecho lo está siendo, desde el psicoanálisis, desde la psicoterapia humanista e incluso cómo históricamente es algo ya tratado por autores y filósofos de siglos pasados. Para mí nos estaba invitando a cuestionarnos que la colaboración no es algo que nos pertenece por “ser colaborativos” y que el posicionamiento de solo nombrar a los mismos autores y usar el mismo vocabulario, puede no hacer más que llevarnos paradójicamente a ser poco colaborativos. Me llevó a pensar que lo que hace que lo seamos tiene más que ver con una postura ética que tiene que estar ligada con tomar responsabilidad en cada acción, en cada relación. Mi sorpresa es que esta invitación fuese tan poco tenida en cuenta, porque no era propuesta por ninguna eminencia colaborativa con la que querer hacernos la foto. El problema es que a estas eminencias les gusta hacerse la foto y no aprovechan su posición de poder para generar estos cuestionamientos porque de alguna manera les hace perder esa posición, quizás porque no hay una reflexión conjunta sobre la posición que tenemos, asumir que no tenemos dicho poder nos lleva precisamente a identificarnos con él,algo cómodo sino hay un cuestionamiento desde las personas que no estamos en esa posición.
Me faltó contenido, no solo de lo que hacemos, sino de cómo lo hacemos, parece que sentarnos a conversar espontáneamente ya es ser colaborativo, pero creo que serlo depende del contenido de lo que hablamos y hacemos, y el contenido tiene que dejar de basarse en replicar lo bien que usamos las palabras de nuestra tradición y lo bien que conocemos a los autores de referencia. Hacer esto nos coloca en un lugar donde lo importante deja de ser lo que hacemos en relación con el otro, y esto a veces ocurre en lo no dicho, en la acción.
Contenido social y político, ¿cómo llevar estas ideas a tener una influencia en las injusticias del mundo? Creo que tiene que haber un cuestionamiento serio y contestatario ante los graves problemas que existen en estos momentos, más allá de Donald Trump, puesto que estructuralmente él no es el problema, quizás sí para el ciudadano norteamericano socialdemócrata acomodado, pero la mayoría del mundo necesita de una acción colaborativa crítica que deconstruya unas estructuras que replican el poder y la separación, algo que solo podemos empezar a hacer si reflexionamos sobre como nosotros mismos lo replicamos. Creo que lo colaborativo y dialógico puede convertirse en una herramienta más de dichas estructuras sino somos capaces de observar lo que hacemos, introduciendo nuevas ideas, nuevas reflexiones, nuevas acciones, y quizás para ello tenemos que dejar de repetir a los mismos autores y dejar de usar las mismas palabras, solo desde ahí queda un espacio de libertad para asumir la responsabilidad propia en nuestras acciones relacionales.
Con todo esto puede parecer que desde mi óptica todo fuese negativo, y tampoco es así, pero he querido aprovechar para decir lo que desde mi perspectiva creo que no fue dicho, y quizás he de plantearme el porqué yo no asumí en mayor medida la responsabilidad que me toca para hacerme escuchar, quizás este escrito es un cuestionamiento a la posición que yo decidí también tomar en el Congreso y puede ser un recordatorio a mí mismo sobre el lugar que quiero tomar, y quizás el que no quiero tomar, dentro de estas ideas que me apasionan.